lunes, 6 de diciembre de 2010

ES EL MOMENTO


Artículo escrito en la revista de feria de Belmez 2007 por: FERNANDO RIVERA RUBIO


A la salida del cuarto de la tarde, de nombre Lumbrero, marcado con el número 43, negro mulato, de la ganadería sevillana Javier Molina, algo me hacía presagiar que finalizaba en la historia taurina de nuestro ya por fin remodelado coso belmezano.

Tras acometer el astado con poderío el burladero de la segunda suerte desmontándolo por completo, el diestro belmezano lo recibió con una magistral larga afarolada desde el tercio, habitual en su clásico repertorio de toreo antiguo, tradicional, como prefieran llamarlo...

A su primero lo toreó bien con el percal de salida, para rematar con una buena media. La faena de muleta, que brindó a sus paisanos, - atendida con una cerrada ovación -, la elaboró por ambos pitones, destacando su toreo al natural donde tuvo que aguantar mucho el torero de Belmez, no acertó con el acero dio una aclamada vuelta al ruedo.


Después de seis años sin vestirse de luces, volví a ver a Tomás Moreno con las mismas ansias de triunfo y el mismo pundonor que siempre asumió cuando toreaba en "su" plaza. Y de nuevo volvía a recordar sus dos magistrales tardes de la temporada de 1984, cuando con tan solo 13 años de edad, el destino y la afición familiar me hicieron ocupar una de las localidades de nuestra casi Centenaria Plaza de Toros; y así, sentirme atraído y fascinado por este complejo mundo taurino, donde subsisten diestros con una fidelidad inaudita había su profesión, que saben y están dispuestos a jugarse la vida a pesar de ver como un compañero suyo y figura del toreo, les dejaba para siempre apenas dieciséis días antes en la capital del Valle de los Pedroches. Ahí llegué a comprender lo que significa la grandeza de la Fiesta...


Pero, volvamos a la tarde del 11 de septiembre del 93; cuando al abrir el doble portón del patio de caballos, vi aparecer en primer lugar vestido de azul purísima y oro al torero belmezano, esperando con prontitud iniciar el despeje al frente de las cuadrillas; como si de su primer paseíllo se tratara.

La corrida estaba saliendo complicada, toros con mucha presencia como siempre que torea Tomás en Belmez, pero parados, con poca clase y mucho peligro.

En el callejón su inseparable amigo y paisano Manuel Cabanillas, otro romántico taurino, que el destino le hizo recoger el último brindis vestido de luces de tan valiente torero. Tras aguantar varios parones exponiendo en demasía y sin apenas levantarle los pies del suelo llegó la cogida, sufriendo una cornada en el tercio medio del muslo derecho, pasando a la enfermería para ser intervenido en la misma por el Dr. Morán Gómez.

Como si el destino estuviera escrito, era el momento de irse el TORERO DE BELMEZ por la puerta de la enfermería, como lo hacen los TOREROS GRANDES, con las manos manchadas de sangre torera derramada en "su" albero belmezano. En actuaciones anteriores siempre abandonó el coso por la Puerta Grande. Ese era el momento que me hizo presagiar que mi buen amigo Tomás podría estar toreando su última corrida de toros.


Por ello tengo el convencimiento que ha llegado el momento de reconocer la trayectoria profesional de un auténtico luchador; que se enorgullece ser el diestro en la actualidad con mayor número de actuaciones en Belmez.

A la hora de confeccionar este artículo en el que vuelvo a reivindicar la organización de un Magno Festival Taurino en Homenaje a tan valioso torero, no conozco en firme las operaciones que puedan esatr barajando en torno al cartel de reinauguración de la Plaza de Toros de Belmez. Siempre pensé que sería EL MOMENTO justo para tan digno reconocimiento, después de ver cerradas sus puertas durante cuatro años. A buen seguro, una vez más no será así. Y me pregunto: ¿Seremos algún día los belmezanos capaces de corresponder y compensar al único MATADOR DE TOROS que ha dado nuestra localidad a lo largo de la historia, en su minúscula relación de profesionales taurino...?

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