jueves, 8 de octubre de 2009

EL REJONEO.



Abrimos nueva sección dedicada al bello arte del rejoneo. Sabemos que son muchos los aficionados, seguidores del citado arte ecuestre; siendo este uno de los principales motivos por los que pretendemos llevarles a ustedes desde su origen la información y en conocimiento de éste bonito espectáculo. No se ha prodigado la plaza de toros de Belmez, en la celebración de este tipo de festejos, a pesar de ello, han pasado por nuestras plaza destacadas figuras del rejoneo;desde el cordobés D. Antonio Cañero, que actuó el 9 de septiembre de 1925, hasta llegar a los hermanos Peralta, Luis Valdenebro, Antonio Ignacio Vargas y Javier Buendía entre otros.
(Imagen: D. Antonio Cañero, rejoneando en puntas)

ORIGEN Y EVOLUCIÓN

El antiguo juego del hombre primitivo con el toro se transformó, con el paso de los siglos, en un ejercicio de habilidad y deporte. El alanceamiento de los toros servía como entrenamiento a los señores feudales, nobles y a toda la aristocracia en general. Del campo abierto se pasó a los lugares cerrados y el alancear reses se convirtió en el rejoneo. Ese noble arte de torear a caballo.
Uno de los primeros hombres que al parecer, alanceó a caballo fue el Emperador César Augusto. Esta acción la sitúan en Cádiz, precisamente sobre un caballo andaluz, y en presencia de nobles ibéricos.
Dato más certero es el que aporta el Conde de las Navas, quien data en 1335 el primer festejo documentado. Se trata del celebrado con motivo de la Coronación del Rey Alfonso VII en la localidad de Vera (La Rioja). El alanceamiento no era otra cosa que citar y esperar a la res, montado a caballo parado.

Por la poca variedad que ofrecía este toreo a caballo, el espectáculo se adornaba de una gran parafernalia, saludos y cortesías a los reyes que solían asistir; creándose una gran expectación por las posibles caídas de los alanceadores de turno, con las consiguientes embestidas de las res
Durante los siglos siguientes se empieza a desarrollar en España la monta a la jineta; cuya diferencia con la anterior radica en que se empezaron a usar estribos más cortos. Para dar muerte se empleaba el rejón; lo que se considera como el principal antecedente del rejoneo actual.
El torear a la jineta se convierte en una acción más vistosa, pues a diferencia de lo que ocurría en el alanceamiento, el caballero si va hacia el toro.Por lo que la práctica no se centra sólo en clavar, permitiendo más variedad. De esta forma se cuartea, se va al encuentro, se avanza al galope, se clava al costado o al estribo, interpretándose diversas suertes más.

El rejoneo alcanza su apogeo durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, hasta que coincidiendo con la prohibición real de 775, y, según afirma Cossio, un mayor protagonismo de la plebe, se inicia a su decadencia, hecho que favorece que se empiece a consolidar el toreo a pie.
Durante todo este tiempo, se mantiene como toreo a caballo en el ruedo, el que protagonizan los piqueros en el segundo tercio de la lidia, mientras que bajo las normas del rejoneo apenas se practica en el campo. A principios del siglo XIX, los varilargueros, que entonces seguían siendo los dueños de los caballos, van perdiendo poco a poco su preponderancia y se integran en las cuadrillas de los matadores, que son, finalmente quienes los contratan.

Sería con la presencia en los ruedos del rejoneador cordobés Antonio Cañero, practicante de nuevo concepto de monta a la brida, técnica en la que apenas se emplea el apoyo de las rodillas, cuando, en 1923, vuelva el rejoneo a las plazas de toros.
Hasta septiembre de 1923, fecha de la primera actuación como profesional de Antonio Cañero - antes había participado en festivales benéficos - concebía la lidia de la misma manera que la de a pié, con tres tercios: De castigo, de banderillas y de muerte. Sus actuaciones las realizaba con toros en puntas, sin manipular las astas, ni siquiera legalmente, como ocurre en la actualidad.
Llamado el "Gran Capitán", e su cuadra destacaríamos un ejemplar de yegua de nombre "Bordó", teniendo origen éste por la ciudad de Burdeos, donde se presentó.
Con "Bordó" esperaba Cañero a portagayola, y tan buena fue, que Corrochano la bautizó como el "pedestal de Cañero".

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