domingo, 27 de septiembre de 2009

HOY LA FIRMA INVITADA: CAMILO CEREZO TROYANO (Aficionado Belmezano)


PRIMERA VÍCTIMA EN LA ARENA. JOSÉ CÁNDIDO EXPÓSITO


La fiesta de los toros, que por encima de todo es fiesta y es alegría, pero también drama, dolor, sangre, y tragedia (y de ello se deriva buena parte de su razón de ser) ha ido acumulando a lo largo de los años sus imprevisibles citas con la muerte, citas que se han ido cumpliendo de fecha en fecha, pero de forma implacable, llevándose sobre sus negras alas las vidas jóvenes (siempre jóvenes, salvo raras excepciones) de los profesionales que la han hecho posible a fuerza de poner en liza su valor, audacia, arrojo, gallardía y en determinados casos, también arte y picardía torera.

Citar el largo y espeso proceso completo, es tarea practicamente imposible aún para el más riguroso, esmerado y exigente de los historiadores, tal que muchas muertes ocasionadas por asta de toro han ocurrido de modo anónimo en lugares y datas que no han quedado registrados en los anales del toreo y que, sin embargo, es de todo punto presumible que hayan ocurrido a lo largo y ancho del proceso histórico y evolutivo de la fiesta. Por tanto el significado de esta historia es la primera víctima en los ruedos.

Aunque el dato exacto de su origen no está demasiado claro, parece ser que éste torero vino al mundo el 30 de noviembre del año 1734, fue depositado en La Inclusa, de hay le viene lo de Expósito.

Discípulo de Lorencillo, tomó la alternativa de manos de Diego del Álamo "Malapucho" en Madrid, el 25 de mayo de 1757, es decir, a los veintitrés años. Los testimonios son lógicamente escasos dada la antigüedad del diestro, pero sí se sabe que además de ser la primera víctima mortal de los toros fue también el primer espada al que se rebautizó como "rey de los toreros", y que alcanzó fama y prestigio como lidiador de "finura y seguridad en las suertes".

En la "Tauromaquia" del no menos famoso "Pepe - Hillo" así se afirma y no cabe duda alguna que el criterio de su sucesor en fama merece toda clase de respeto. Con lo que puede afirmarse de este primitivo coletudo que fue torero de buen gusto y sentimiento, elegante en el ejecutar las suertes de la lidia, lo que le hizo alcanzar gloria y fama en su época.

Después de haber alcanzado éxitos en la plaza de Sevilla, José Cándido fue contratado para actuar en la del Puerto de Santa María, el 23 de junio de 1771. Cuando intentaba realizar un quite a un toro de la ganadería de Bornos, de nombre "Coriano", dio el mal paso de resbalar ante él y caer ante su cara, siendo alcanzado por la res, que le infirió una cornada de tan graves consecuencias que falleció el día 25, sin que nada pudiera hacerse por salvar su vida, que de tan guisa quedó truncada cuando tenía treinta y siete años.

Esta es, sintetizada, la historia del primer torero de a pie que falleció a consecuencia de cornada tras una carrera taurina estelar de la que se hacen elogios en numerosas referencias escritas. La gloria y la muerte tienen en José Cándido a la víctima primera de la historia de la tauromaquia, al menos, entre las figuras de renombre y popularidad.

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