lunes, 14 de septiembre de 2009

LOS CALIFAS DEL TOREO


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(Imagen: Busto de "Lagartijo" en la puerta de Los Califas. Fernando Rivera)


Hoy 13 de septiembre, abrimos nueva sección dedicada a los cinco CALIFAS DEL TOREO. Y como no podía ser de otra forma, comenzamos con quien fue primer Califa del Toreo.
Rafael Molina y Sánchez "Lagartijo".

Nació en Córdoba el 27 de noviembre de 1841, hijo del modesto banderillero Manuel Molina (Niño de Dios). En sus comienzos toreó en las cuadrillas de "Pepete", los hermanos "Carmona", y más tarde en la del famoso "El Gordito", donde logró importantes y sonados triunfos que le llevaron a tomar la alternativa.

Ésta le fue otorgada el 29 de septiembre de 1864 en la plaza de Ubeda, de manos del sevillano Antonio Carmona "El Gordito"- anteriormente citado -, quien le cedió la muerte del primer toro, perteneciente a la ganadería de Ontíveros.

El 15 de octubre de 1865, se la confirmó en Madrid Cayetano Sanz, con el toro barrigón, de doña Gala Ortíz.

Llenó una larga y brillantísima era del toreo junto a Frascuelo, en una noble y a la vez dura competencia entre ambos colosos, manteniéndose en el primer puesto durante veintiocho años seguidos.

Magnífico con el capote, fue el inventor de la "Larga Cordobesa", pase que interpretaba como nadie. Un extraordinario banderillero y un maestro insuperable con la muleta; sin olvidarnos su habilidad a la hora de ejecutar la suerte suprema, con ese "tranquillo" o ventaja que tenía al entrar a matar, lo que se denominó "media Lagartijera".

Su retirada llegó en 1893, cuando contaba con cincuenta y un años de edad, despidiéndose de los, ruedos matando cinco corridas de toros como único espada, en las plazas de Zaragoza, Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid. Exceptuando los lidiados en zaragoza, pertenecientes al Conde de Espoz y Minas, los restantes astados pertenecieron al duque de Veragua. Fue un torero castigado poco por los toros, apenas sufrió cornadas graves. Falleció en Córdoba el 1 de agosto de 1900.


RECORDANDO A LAGARTIJO


"El Maestro me icem"

Discutían una ocasión un grupo de aficionados acerca de quien era mejor, si "Lagartijo" o si "Frascuelo", en la época en la que ambos, el cordobés y el granadino, ostentaban el mando del toreo. Como en la reunión había partidarios de uno y de otro, decidieron, para ser más neutrales, preguntárselo a "Lagartijo", cosa que, en efecto, hicieron.

- Rafael, ¿quieres decirnos quién es mejor torero, tú ó Salvador Sánchez?.

- El "Califa" no lo pensó mucho. Contestó lacónicamente, con ésta sentencia.

- Los dos semos iguales. ¡Solo que amí me icen er maestro...!


Amor propio

"Lagartijo" se caracterizaba por su amor propio profesional. Así fue durante toda su carrera e incluso hasta después de retirado. Porque encontrándose ya en tal situación, asistió a un tentadero que se celebraba en la finca cordobesa de "Rabanales". "Guerrita" que estaba en el apogeo de su fama, dirigía las faenas. Habían soltado una vaca, que resultó ser de suave y dócil embestida. Rafael Guerra, dirigiéndose a "Lagartijo", le preguntó:

- Rafael, ¿quiere usted torear esta becerra, que es mu güena?.

A lo que contestó, con tanta rapidez como malas ideas, el mencionado:

- No; esa toréala tú. A mí me avisas cuando salga una mala.

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